La historia clínica, con una adecuada anamnesis, exploración física, y un electrocardiograma son la base para establecer o descartar un diagnóstico de las enfermedades cardiovasculares y enfocar las exploraciones complementarias necesarias. También es fundamental para valorar el riesgo cardiovascular.
El seguimiento del paciente es imprescindible para ajustar y vigilar el tratamiento farmacológico y valorar la evolución de su enfermedad. Cualquier cambio en de la situación clínica puede hacer necesario un cambio en la actitud terapéutica, con importantes implicaciones pronósticas.